Por decir lo menos la nueva ley de programación militar (LPM), presentado, el martes 4 de abril, en el Consejo de Ministros, en plena reforma de las pensiones, provocó una ola de reacciones mixtas, desde las filas de la oposición hasta las de los observadores especializados. Mientras este texto, esperado desde hace meses, y que se supone que responde a las nuevas exigencias del contexto internacional, propone poner sobre la mesa hasta 413.000 millones de euros para 2030, la lista de equipos – anexo al proyecto de ley – que los ejércitos deben dotar de esta suma, en definitiva resulta inferior, en determinadas categorías, a lo que venía siendo periódico desde hace varios años.
Esta impresión paradójica, mientras que el presupuesto de las fuerzas armadas casi se habrá duplicado para 2030 en comparación con 2017, no es una sorpresa dentro de los círculos de defensa. “Me temo que hay menos con más”, resumió recientemente una fuente familiarizada con el asunto. En rigor, el aumento de los créditos de esta LPM respecto a la anterior LPM (2019-2025) -abortada por la guerra de Ucrania- es de solo un 30%, o alrededor de 100.000 millones de euros. O simplemente la inflación debería devorar 30 mil millones. Una ecuación financiera que ha llevado a decisiones difíciles, en particular vinculadas a la preocupación por favorecer la renovación de la disuasión.
Estos arbitrajes hoy tienen otro costo: el de imagen, acabando en el efecto “ejército escaparate”. Este LPM debe “sincerizar nuestras capacidades operativas”asumió a su manera el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas (CEMA), general Thierry Burkhard, ante la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional, el pasado 6 de abril. “Privilegiamos la consistencia sobre la masa (…)capacidad de respuesta sobre la resistencia », Él “teníamos que salir de la lógica del parque”añadió. “O compramos un ejército para hacer el desfile del 14 de julio, o tenemos un ejército para hacer la guerra”también confió en febrero a la prensa.
Solo veinte helicópteros Cheetah en 2030
El resultado es definitivo. Si la LPM se vota como está para julio, como espera el ejecutivo, el Ejército tendrá, por ejemplo, para 2030 varios cientos de vehículos blindados de nueva generación menos de lo esperado. La Fuerza Aérea no habrá cambiado a “todo Rafale”. Y la armada solo tendrá tres fragatas de defensa e intervención en lugar de cinco, o incluso siete lanchas patrulleras en alta mar en lugar de diez. “La trayectoria tenía que [de la LPM] es compatible con la evolución de las finanzas públicas”por su parte, defendió el miércoles ante los parlamentarios al ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu.
Te queda el 66,67% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.