OA veces, uno puede sorprenderse del nivel mucho más alto de requisitos exigidos a las alternativas a la carne cuando se ignoran a nivel político las preocupaciones legítimas sobre la carne convencional. Al hablar de carne cultivada, no debemos perder de vista lo insostenible que es nuestro consumo actual de carne y la búsqueda de alternativas necesarias.
La carne cultivada, es decir, la carne producida por cultivo celular, suele ser objeto de fuertes críticas. Recientemente, una plataforma en El mundo denunció la falta de datos en los que se basaba su desarrollo. Si la crítica es sana, es lamentable que en ocasiones se base en datos parciales, obsoletos o revelados de manera deshonesta.
Lo que es más preocupante, estas críticas son a menudo un pretexto para mantener el statu quo de nuestras dietas, que dependen en gran medida de la cría de animales y cuya daño al medio ambienteanimales y la salud están ampliamente documentados. Existe un sólido consenso dentro de la comunidad científica sobre la necesidad de reducir la producción de carne convencional, un desarrollo incompatible con una actitud de esperar y ver. Por lo tanto, las alternativas a la carne son una vía que debe explorarse.
Activos a promover
Si los primeros resultados de los estudios sobre el impacto ambiental de la carne cultivada fueron excesivamente optimistas, algunos estudios publicados los han atenuado desde entonces. Sin embargo, otro trabajo reciente confirma la idea de que la carne cultivada puede representar un activo para enfrentar los desafíos ambientales.
Dentro un análisis del ciclo de vida que data de 2021, el primero en utilizar datos directamente de empresas del sector, los autores estimaron que con un mix energético bajo en carbono, la carne cultivada es mejor para el medio ambiente que el pollo, el cerdo o la ternera. Con una combinación energética no libre de carbono, sigue siendo mucho mejor que la carne de res desde el punto de vista ambiental, pero no tan bueno como el pollo o el cerdo. En particular, en todos los escenarios, la carne cultivada requiere menos tierra, lo que abre oportunidades interesantes en términos de secuestro de carbono y salvaguarda de la biodiversidad.
Además, la afirmación basada en un estudio de 2019 que encontró que, a largo plazo, la carne cultivada podría ser incluso peor para el clima que la carne de res es cuestionable. De hecho, esta hipótesis se basa en diferentes escenarios en los que la carne cultivada podría tardar al menos doscientos años en volverse peor para el clima que la carne de res. Pero supone que el mix energético utilizado sigue siendo emisor de CO2 que él es ahora. Pero es impensable que mantengamos tales fuentes de energía de carbono durante siglos, al menos si queremos evitar un calentamiento dramático de las temperaturas.
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