I¿La industria europea va a desaparecer por el dogmatismo de nuestros líderes? Entre la epidemia de Covid-19, la guerra en Ucrania y el caos climático, suponemos que hay suficiente conmoción para construir finalmente la política industrial que tanto le falta a la Unión. Como sabemos, depender de los bienes y servicios producidos en las dictaduras también amenaza nuestras condiciones de vida y nuestras democracias. Sin embargo, el plan presentado el 16 de marzo por la Comisión Europea no nos sacará del bache.
Europa se construyó en torno al mercado único y los consumidores. Ha dejado a los productores en una feroz competencia dentro y fuera de la Unión. Este enfoque basado en reglas para el mercado interno y el libre comercio para el mercado global ha fracasado.
La elección de la globalización neoliberal no solo ha desindustrializado a Europa al aceptar con demasiada frecuencia el dumping social, ambiental y fiscal de la competencia internacional desleal. Abandonó a las clases trabajadoras de aquí por los explotadores de allá. Explotó los límites del planeta y generó una tremenda concentración de riqueza. Lejos de favorecer la expansión de la democracia, ahora suscita inquietudes individuales y colectivas, alimenta respuestas identitarias y favorece regímenes autoritarios. Tenemos que salir.
Sobre todo, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático [GIEC] se acaba de recordar: ante el cambio climático, si no actuamos ahora y de forma masiva, la supervivencia misma de la humanidad está amenazada. Aprobación de la Ley de Reducción de la Inflación [IRA] por la administración Biden está sacudiendo a Europa un poco más. Su objetivo es doble: descarbonizar la economía estadounidense y atraer empresas de transición energética a Estados Unidos. Y su colosal medio: 370 mil millones de dólares [340 milliards d’euros] reducciones de impuestos (hasta 7.500 euros por la compra de un vehículo eléctrico) y ayudas públicas para comprar “americano”.
dogmatismo y avaricia
Este dispositivo no es nuevo. Desde la Gran Depresión de la década de 1930, Estados Unidos cuenta con una ley Buy American Act, lo que convierte a la contratación pública en una herramienta estratégica. Las consecuencias del IRA fueron inmediatas. Tesla, Audi y Volkswagen han reducido sus inversiones en Europa para acelerarlas al otro lado del Atlántico. Según el Transport & Environment Institute, dos tercios de los proyectos europeos de gigafábricas de baterías están amenazados, incluido el de Verkor en Dunkerque [Nord].
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